Extrarradio para vivir. Ciudad para sufrir.
Cualquiera con un mínimo de inteligencia sabe que nacer en una buena familia adinerada mejora la calidad de vida. Del mismo modo, vivir una vida con dinero cambia la percepción de la realidad respecto a vivirla sin él.
Expliquemos esta teoría con un caso imaginario, el de María, que vive en Carabanchel.
María vive en Carabanchel, y entra a eso de las 7 en el Barrio de Salamanca. Su señora, la Sra. De Cotos, tiene que ir a trabajar y, como es manca (en sentido figurado) necesita que María le prepare al niño para dejarlo en el cole. A María le viene bien que “La Cotos” sea tan torpe, porque gracias a eso se saca unos euros, por supuesto en negro, y así ahorrar para un piso que le gustaría comprar cerca de su madre.
María tiene una hermana mayor, Carmen, casada y con dos niños. También trabaja, como “La Cotos”, pero en una oficina. Ella se las arregla sola para preparar por la mañana a las dos fieras, y su marido les deja en el cole. La abuela les recoge a medio día y les da de comer. Por la tarde se ocupa su abuelo, hasta cosa de las nueve que vuelve Carmen y su marido, dependiendo del tráfico.
Borjamari vive en el Barrio de Salamanca, con su padre y su madrastra, la Sra. Cotos, y un hermano pequeño fruto de este segundo matrimonio. Una mañana escucha a nuestra María, la chica que limpia en su casa, quejarse sobre los parquímetros. No entiende la queja porque total, para las horas que María está allí, con tres miserables euros tiene para aparcar. Borjamari tiene estudios, es ingeniero industrial por “icaí”, pero no se le ocurre calcular que 3 euros por 5 días, por 4 semanas son 60 euros, que es el 10% del sueldo de María, y casi un 20% de lo que la Sra. Cotos paga al mes por las casi cuatro horas diarias.
Lo mismo opina Borjamari de los 40 euros anuales de la tarjeta de residente. 40 euros es un valor simbólico. Lo curioso es que con esos mismos 40 euros, mucha gente como María se compra “simbólicamente” durante un mes un medio de transporte.
Seguramente Borjamari tiene de presupuesto, entre su MBA, su paga y el mantenimiento del coche, más que lo que gana María de sueldo.
Casos como este son tan inverosímiles...
Expliquemos esta teoría con un caso imaginario, el de María, que vive en Carabanchel.
María vive en Carabanchel, y entra a eso de las 7 en el Barrio de Salamanca. Su señora, la Sra. De Cotos, tiene que ir a trabajar y, como es manca (en sentido figurado) necesita que María le prepare al niño para dejarlo en el cole. A María le viene bien que “La Cotos” sea tan torpe, porque gracias a eso se saca unos euros, por supuesto en negro, y así ahorrar para un piso que le gustaría comprar cerca de su madre.
María tiene una hermana mayor, Carmen, casada y con dos niños. También trabaja, como “La Cotos”, pero en una oficina. Ella se las arregla sola para preparar por la mañana a las dos fieras, y su marido les deja en el cole. La abuela les recoge a medio día y les da de comer. Por la tarde se ocupa su abuelo, hasta cosa de las nueve que vuelve Carmen y su marido, dependiendo del tráfico.
Borjamari vive en el Barrio de Salamanca, con su padre y su madrastra, la Sra. Cotos, y un hermano pequeño fruto de este segundo matrimonio. Una mañana escucha a nuestra María, la chica que limpia en su casa, quejarse sobre los parquímetros. No entiende la queja porque total, para las horas que María está allí, con tres miserables euros tiene para aparcar. Borjamari tiene estudios, es ingeniero industrial por “icaí”, pero no se le ocurre calcular que 3 euros por 5 días, por 4 semanas son 60 euros, que es el 10% del sueldo de María, y casi un 20% de lo que la Sra. Cotos paga al mes por las casi cuatro horas diarias.
Lo mismo opina Borjamari de los 40 euros anuales de la tarjeta de residente. 40 euros es un valor simbólico. Lo curioso es que con esos mismos 40 euros, mucha gente como María se compra “simbólicamente” durante un mes un medio de transporte.
Seguramente Borjamari tiene de presupuesto, entre su MBA, su paga y el mantenimiento del coche, más que lo que gana María de sueldo.
Casos como este son tan inverosímiles...