Crónicas de Gatobonzo

domingo, diciembre 03, 2006

Me importa un cuerno.


¡Señoras y señores, vivimos en la inopia más absoluta!

Empezaré con un dato. No he querido traducirlo para no desvirtuar la redacción original.

Fuente: United Nations Environment Programme.

“…
Mt. Kilimanjaro, located some 300 km south of the equator in Tanzania, is Africa's highest mountain. Its permanent ice and snow looming some 5,000 metres above an undulating savanna plain have always fascinated people and attract many visitors to both Tanzania and Kenya.

But the glaciers of Kilimanjaro are vanishing due to regional warming, most likely linked to global warming. The map shows the diminishing extent of the glaciers between 1962 and 2000. Over these 38 years, Kilimanjaro has lost approximately 55 % of its glaciers. The Byrd Polar Research Center of Ohio State University has also monitored changes in the glaciers of Kilimanjaro. According to Dr. Thompson, Senior Research Scientist, Kilimanjaro has lost 82 percent of the icecap it had when it was first carefully surveyed in 1912.



…”

Kilimanjaro

Siguiendo en esta línea y por alusiones, recomiendo la película documental de Al Gore, “Una verdad incómoda” (2006).

El documental está montado para impactar, pero los glaciares son reales. Por primera vez he visto bien documentada una realidad que conozco desde hace unos cinco años, cuando tuve mis primeros contactos con temas de cambio climático, con motivo del Protocolo de Kyoto. Salvando el tinte novelado y el sesgo político, los datos científicos son objetivos, y las consecuencias de pérdida de recursos naturales por inundaciones, falta de lluvias en otros puntos, y aparición de enfermedades por elevación de las temperaturas, ya se conocen, aunque en menor escala.

Esta teoría mía de que vivimos en la inopia se me confirma todos los días cuando hablo con… cualquiera. Una minoría de las personas que conozco se reconoce como responsable del cambio climático, la desertización y, muchos menos, con la falta de agua en el tercer mundo. En cambio, todos están muy preocupados por el hambre de los países en vías de desarrollo y con la igualdad de la mujer. Pese a ello, prácticamente ninguno colabora ni directamente, ni a través de ninguna ONG, con ninguna acción de ayuda al desarrollo.

Todos contribuimos a todo. El régimen de semiesclavitud de los niños indios se debe en parte a que queremos comprar la ropa deportiva más barata, por ejemplo. Muchos me dirán que es culpa de las empresas que trabajan allí y que son éstas las que quieren incrementar sus beneficios. Cierto, pero esos beneficios salen de nuestros bolsillos al comprarles. A continuación me dirán que no hay más remedio que comprarles, porque no puedes ir desnudo. Y es en ese momento en el que me doy cuenta de que no hay esperanza mientras podamos echarle la culpa a otro.

Lo mismo me pasa con el consumo de combustibles por el uso en el coche para ir al trabajo, en el turismo y en la climatización de las viviendas. Yo soy el primero que viaja en coche, usa el avión, y tiene la casa bien calentita. Pero lo hago siendo consciente de que gran parte de esos consumos son innecesarios y que tienen unas consecuencias, sobre todo cuando se suman a la del resto de humanos que se dedican a transportarse de un sitio a otro quemando fuel y queroseno.

Lo que me molesta de la sociedad actual es la ignorancia reinante. Nadie se siente responsable de nada y, como somos tantos, queda tan diluida esta responsabilidad, que nadie cree que pueda hacer nada. En conclusión, que no hay ninguna posibilidad de parar la inercia devastadora del ser humano.

Por eso, al menos, seamos conscientes de la realidad y asumámonos. Somos egoístas, despilfarradores y hedonistas. El que diga que no, es que es un ermitaño o un misionero, que trabaja en una ONG, no viaja más que cuando es necesario y usa jersey de lana en lugar de calefacción central.

No recuerdo quien fue el que dijo que “es mucho más fácil de entender una mentira sencilla que una verdad complicada”, y estamos en el segundo de los casos. La realidad actual es complicada y con tantas interrelaciones…

Lo peor de conocer la verdad es tener que tomar una posición frente a ella, porque eso nos define. Todos queremos ser buenos… pero que no nos cueste mucho.

2 comentarios:

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